¡A palazos, Macario!
Alma Consuelo Hernández Olguín
Macario, dile a las ranas que callen,
no dejes que cuenten los cuentos de a diario,
solo son indefensas cuando las dejas;
mientras duermes te comen los sesos.
No alimentes sus senos, aunque sean suculentas,
les crecen los bigotes si te cruzas de brazos,
son tan violentas como los días de gasolinazos.
Si crees en la lengua que ranas y humanos comprenden,
entonces afila la navaja y abandona los palos.
Cállalas, Macario, no dejes que se confiesen,
son tan traidoras que de amor se embelesen.
En aguas estancadas vigilan tu insomnio,
tratan de estabilizarte con una buena tonada.
Si las dejas respirar, van a hacer de tu hogar un pantano,
un verde no te acerques que puedo asfixiarte.
Te aplicaré la ley de los que todo lo pierden,
los que se mantienen a raya y saltan a palos.